Lo que quiero en mi vida

Corro el serio riesgo de que al escribir estas líneas empiece a parecerme a mi apreciado Tumbaíto, con su peculiar forma de cantar y contar, que diría García, las peripecias de la vida. Y es que reflexionando en esta encrucijada de la vida en que me encuentro me he dado cuenta de una cosa que a algunos les puede asombrar, me gustaría ser padre.

Sí, ya sé lo que estará pensando Ramón, jeje, pero oigan, hace tiempo que percibo este sentimiento en mi interior. Algo que no le sorprenderá en absoluto a todo aquel que me conozca, porque saben perfectamente que soy una persona extremadamente rara y peculiar. Yo mismo con mi organismo, que diría mi amigo Sergio. O yo mismo en mi mismedad qure diría aquel, otrora amigo, ahora vaya usted a saber.

Yo no sé si lo de la madre de alquiler es muy complicado, pero vamos, que con mi sueldo de residente (a un año vista claro) puedo mantener a mi retoño. Porque pensándolo fríamente como no se preste a este cometido alguna amiga (todo vía laboratorio por supuesto), y Estefy ahora no la veo yo muy por la labor, no veo la posibilidad de llevar a cabo este supuesto.

No bromeo, no. Creo que es lo único que hoy en día podría hacerme verdaderamente feliz, tener un descendiente que compartiera conmigo la mitad de su material genético. Y es que hoy en día prácticamente nadie está dispuesto a emprender "tamañas empresas" que diría Alonso Quijano, y menos a estas edades cronológicas. Mi problema de siempre, y me temo que por siempre, es que mi edad mental va muy por delante de la cronológica, consecuencia de los palos de la vida, con su punto cumbre allá por 1993.

Y en esas estoy. Conspirando contra lo políticamente correcto para idear una vida diferente, la mía, pero en la que sea feliz y gozoso. Por las mañanas mis ancianos del hospital y por las tardes mi retoño, jeje, que majo él (o ella vamos). ¿Necesita una madre? Sí y no. Lo que necesita es alguien con dos dedos de frente.