El endiosamiento de Rajoy

Desde esta bitácora he criticado duramente al presidente del gobierno, porque desde mi punto de vista sus actuaciones y proclamas eran temerarias, reaccionarias y alejadas de la lógica. Y yo he votado al PP en primer lugar para luchar contra el radical presidente del gobierno y en segundo lugar porque consideraba que compartía las ideas del PP en los aspectos fundamentales.

El PP, como ya he dicho en otros artículos, hizo la mejor campaña posible, con sus fallos, pero lejos de otras campañas dignas de olvido (véase 1993). Y el que hace lo que puede no está obligado a más, o sea, que en su día agradecí encarecidamente la labor de oposición y en campaña de Mariano Rajoy y su equipo (Acebes, Zaplana, Pizarro, Astarloa, Pastor...).

Una vez conocido el resultado electoral, Rajoy tenía únicamente dos posibilidades viables. Una era seguir, lo que llevaba asociado el hecho de mantener a su equipo por una razón fundamental, y es que ese era el equipo que habíamos votado para formar gobierno o liderar la oposición. Y luego estaba la segunda opción, consistente en asumir responsabilidades y marcharse en bloque, o sea, llevar a cabo una renovación completa que comenzara por su líder.

Sin embargo Rajoy, contaminado por el tekila mejicano, ha optado por la peor de las opciones. Ha barrido a todo su equipo, atribuyéndoles indirectamente a ellos la derrota electoral, y se ha mantenido él en el cargo, sintiéndose excluído de la derrota del 9-M. Si él se siente ganador pese a la derrota, debe agradecer su labor a sus colaboradores con la continuidad. Y si él se siente derrotado, debe asumir su parte de culpa y marcharse con el resto de la cúpula pepera.

Pero he aquí que surge un nuevo frente, y es el de un grupo de personas tradicionalmente afines al PP, especialmente a Esperanza Aguirre, que no están de acuerdo con la decisión de Rajoy y entienden que tanto su continuidad como las personas extremadamente afines de las que se está rodeando son un error. Y Rajoy, endiosado como nunca, en vez de reflexionar sobre su posición e intentar equilibrar la balanza, ha decidido montarse en el caballo y participar en la guerra, en una guerra que le desgasta y que no le lleva a ningún sitio.

En primer lugar Rajoy se ha rodeado de las personas más afines a la izquierda dentro del partido, muchos de ellos, como el caso de Arenas, conocidos por sus múltiples fracasos electorales. Y otros, como Soraya, caracterizados por su pobre oratoria y su farragosa dialéctica. Y es que como decía aquel, sólo quien ha hecho teatro ha aprendido las tácticas y técnicas de la expresión verbal y de la expresión no verbal.

Y Rajoy, como pensador nocturno que es, ha decidido volcar sus críticas no sobre Zapatero, sino sobre Esperanza Aguirre y algunos periodistas, llevando su descrédito hasta límites insospechados. Concretamente Rajoy ha afirmado hoy que "Me voy a presentar a la reelección porque uno y no divido y porque además me lo han pedido muchos compañeros del partido y no una radio ni un periódico". Todos sabemos de la existencia de un nuevo pacto de este PP de chicle con el grupo Prisa de Polanco Jr. Todos sabemos que Rajoy se ha endiosado y se agarra a un clavo ardiendo para continuar. Pero lo que no es de recibo es que un político critique de esta manera en un acto público a una compañera de partido y a dos periodistas por ejercer su labor de control de la clase política. ¿Esto es lo que entiende usted, señor Rajoy, por democracia?

Y para seguir con el espectáculo Rajoy afirmó después que "Quiero que este partido sea lo que es, un partido popular, moderado, abierto e integrador, y no un partido de doctrinarios". Hombre, muy popular no es el partido cuando ha perdido todas las elecciones desde 2004. Respecto a lo de moderado pues bueno, ya escribí un largo artículo a este respecto Un partido abierto no es aquel en el que se usa la amenaza constante hacia los que discrepan con la omnipotente decisión del líder dos veces derrotado en las urnas. Y lo mismo ocurre con lo de integrador y alejado de doctrinarios, que es una solemne mentira. No hay nada más doctrinario que un partido político, máxime cuando lo dirige una persona puesta a dedo sin que nadie rechiste o donde se nombra una portavoz bajo el único argumento de la iluminación de su líder.

La guinda del pastel la puso Rajoy con estas palabras: "Si alguien se quiere ir al partido liberal o al conservador, que se vaya", insistió, y con un recado añadido defendió a Madrid y al papel del PP madrileño, "pero no se pueden confundir veinticinco personas de Madrid con España, porque España es mucho más grande e importante". Así que despreciando a los liberales y conservadores, ¿Verdad Mariano? ¿Tú te crees que somos del PSOE? Pues mira no. Y como esto ya está pasando de castaño oscuro quiero manifestar mi absoluta animadversión al señor Rajoy, puesto que odio a la gente prepotente y endiosada.

Rajoy dice que será fiel a sus principios y votantes, de ahí que critique a los liberales y ponga de portavoz a Soraya, que ya está mostrando sus grandes dotes para la oratoria y la negociación. Pues mientras este sujeto siga en la misma línea, línea de traición a los votantes, al menos a quien os habla, me es igual hablar de Zapatero que de Rajoy... son el mismo perro pero con distinto collar. Ya está bien hombre, ya está bien.