sábado, 8 de septiembre de 2007

Las limitaciones de la ciencia

El papa Benedicto XVI decía en Austria hace unas pocas horas una frase muy interesante: "Sin la verdad, la ciencia puede destruir al hombre y al mundo". Esta expresión, que puede parecer muy simple, merece algunas consideraciones.

En los últimos tiempos, algunos miembros de la comunidad científica, entre los que ha destacado el señor Bernat Soria, han abogado por impulsar el desarrollo de la ciencia de forma ilimitada, o mejor dicho, donde el único límite sea el que el propio científico o el gobierno progre de turno quieran marcar. Otorgándose, pues, una capacidad, un poder de decisión, del que carecen per se.

Ante semejantes individuos, que no científicos, interesados únicamente en el reconocimiento por parte de la progresía de turno y el aumento de los ceros de su cuenta corriente, viene como anillo al dedo la frase del papa.

La ciencia es algo, intrínsecamente bueno. Y la propia palabra ciencia significa conocimiento verdadero. Por eso sería impensable hablar de ciencia cuando hablamos de la clonación de seres humanos, células madre embrionarias o actuaciones de este tipo. Y es que estas actuaciones, a parte de ser reprobables desde un punto de vista ético, incumplen la propia definición de ciencia, o sea, conocimiento verdadero.

¿Cuál es, por tanto, el peligro de la ciencia? El peligro de la ciencia es su uso para la mentira, punto donde deja de ser ciencia. Y yendo más allá, la ciencia puede destruir al hombre y al mundo. Yo cambiaría el orden, siendo antropocentrista, se destruiría el hombre y como consecuencia el mundo, hecho para que en él habite el hombre.

Por lo tanto, un científico que trabaja en busca de la verdad colabora en la preservación de la ciencia y del conocimiento científico y se contrapone a la destrucción del hombre. Mientras que tipos como el ministro de Sanidad, por inferencia, sólo buscan la destrucción del hombre. ¿La razón? Usan la ciencia olvidándose de la verdad... dejando de ser científicos, y dejando de ser libres... sólo siendo lacayos de su cuenta corriente.

4 comentarios:

Javier Hurtado Mira dijo...

La ciencia por si misma no tiene moral. Existe una Moral Objetiva y unas Leyes Morales dadas -por Dios entre los que somos creyentes- a la Naturaleza y que establecen la receta correcta para el buen funcionamiento de la sociedad. Hay que explicar mucho a mucha gente que no es lo mismo la ciencia en manos de Menguele que en manos de Lejeune. Uno apuesta por la muerte, el otro defiende la vida.

Gracias por entrar en mi blog y dejar tu comentario. Ahora al conocer el tuyo ire entrando. Por cierto, al igual que tú estudio Medicina.

Saludos, Hurtis

Javier Hurtado Mira dijo...

Alberto,

Por si no lo conoces te recomiendo que añadas un medio liberal-conservador a tus links:

www.diariodeamerica.com

Diario de América/America´s Daily

El Cerrajero dijo...

Cuando los médicos nazis 'experimentaban' con seres humanos a muchos nos parecía fatal, lógicamente, y seguro que también se lo parece a los mismos que apoyan los crímenes estilo Bernat Soria.

finig dijo...

Excelente articulo.
Bernat Soria lleva años recibiendo suculentos cheques sólo por ir creando expectativas de curación en los hombres. Es un comercial de la ilusión. Ha creado un negocio en torno al embrión. En el año 2000, diversas instituciones e inversores le soltaron 200 millones de pesetas para financiar un proyecto que pretendía, ambiciosamente, la cura de la diabetes a partir de células embrionarias humanas. Diabéticos sigue habiendo, y los 200 millones supongo, liquidados. Y muchos embriones, también. Un atroz fracaso.

Bernat Soria siempre ha jugado a un optimismo a prueba de bombas en las capacidades terapéuticas de la investigación con embriones. ¿Alguien cree, honestamente, que si Bernat Soria tuviese, realmente, una fe incomovible en que sus investigaciones iban a curar enfermedades hoy en día incurables, iba a abandonar sus investigaciones para dedicarse a la politica? NO. lo de este hombre es vivir del cuento..