El entierro de la Cope (3ª parte)

Dice El semanal digital que la red está que arde, y que son numerosísimos los mensajes de fidelidad y apoyo a Federico Jiménez Losantos en su blog. Igualmente ocurre en otros portales digitales, por no hablar de la cascada de apoyos y comentarios que han tenido su origen en la blogosfera, tradicionalmente antiZP, pero ahora más que nunca antimordaza.

Aquí, igual que en la mayoría de los blogs de esta red, hemos defendido hasta el hastío la libertad en todas sus vertientes. Esto no es un liberalismo de dogmas bíblicos, o de cenitas caras de nuevas generaciones o de tontitos simuladores. Nosotros hemos ejercido de liberales, entendiendo este concepto como la defensa del individuo de forma férrea en todas las situaciones.

Hemos defendido a Hermann Tertsch cuando Polanco le cortó la cabeza por opinar. Hemos defendido a Víctor Gago cuando el PP le quiso claudicar y encarcelar. Defendimos a ultranza el derecho de Martha Colmenares a tener un blog y poder opinar. Hemos defendido la libertad y el derecho del PP en la pasada legislatura a hacer oposición, y hemos criticado durísimamente los Tinell, cordones sanitarios, CACs y demás elementos despóticos que amenazaban de facto a la libertad del individuo. Y hoy, indudablemente, defendemos la libertad de expresión de un comunicador incómodo, al que se han cargado por presiones políticas, clericales y mafiosas.

Y no nos ha importado degollar verbalmente al que en cada ocasión haya intentado socavar este derecho inalienable. Hemos criticado a Chávez, a Castro, a Gallardón, a Zapatero, a Montilla, a Uriarte, a Sistach, al Padre Bru, a Garzón, a Olga Sánchez, a José María García, a Luis del Olmo y a todos aquellos que en algún momento con su opinión o acción han querido callar bocas, amordazar personas o censurar opiniones. No es sólo porque lo diga el artículo 20 de la Constitución española, es porque lo dice la decencia, la declaración de los derechos humanos y la dignidad innata del ser humano.

Y la red arde, y más que va a arder. Internet una vez más va a ser una revolución necesaria que le va a dejar muy claro a los dueños de la Cope las repercusiones económicas, sociales y morales que va a tener la censura de las opiniones libres y la claudicación ante los poderes mediáticos y fácticos del estado. Olvidan desde algunos partidos y confesiones religiosas que sus seguidores son atípicos, son todo menos sumisos, y que están muy dispuestos a poner los pies en polvorosa y abandonarles en cuanto se sientan ofendidos. Y esta vez, el agravio, es muy grande.

Otra vez se repite la historia y los totalitarios de las vertientes más variopintas se alían para mantener los privilegios, cual señores feudales que tiene pavor a abandonar el pico de la pirámide estamental. Lo económico y lo deshonesto están a punto de vencer, pero lo asqueroso en esta ocasión es que esto sea liderado por los supuestos guardianes de los dogmas del cristianismo y del buenismo, convertidos en la práctica en un Juan XXIII, que para los no puestos en historia de la religión fue considerado (antes de la llegada de G. Roncalli) el antipapa.