domingo, 30 de septiembre de 2007

Sobre los gays

Es evidente que, por decirlo de alguna forma, el catedrático del MAZP sobre este tema es el compañero Aquiles. Sin embargo, hace tiempo que tengo la intención de escribir una reflexión sobre los homosexuales. De la misma forma que felicito o critico unas actuaciones u otras de diversas instituciones, colectivos... hoy me gustaría hablar sobre este asunto.

Ya he repetido en múltiples post que creo firmemente en el respeto escrupuloso al individuo por encima de la colectividad. El individuo debe ser respetado y considerado con sus características propias, sin prejuicios, sin menospreciar o minusvalidar al mismo por razones de ideología, raza, sexo, opción sexual, religión, posición económica, enfermedad... Otra cosa diferente es que haya que criticar los excesos de los individuos, sea en el sentido que sea. Así como respetamos a las personas ateas y no podemos tolerar los ataques feroces a los creyentes, debemos tolerar y respetar a los gays, denunciando también sus excesos.

Lo que quiero decir en el párrafo anterior es que quien sienta prejuicios hacia otros individuos por el simple hecho de tener prejuicios, debería pararse a pensar y reflexionar sobre el asunto. En el caso que nos ocupa nunca he entendido donde está la complicación en aceptar que dos hombres se puedan enamorar igual que dos mujeres o un hombre y una mujer. Me parece estúpido que alguien pueda creer que un beso entre dos chicos es sucio y entre un hombre y una mujer no lo es.

El amor, bien entendido como lo explica el papa en su encíclica Deus Charitas est, es un bien supremo otorgado por Dios, que supone un estado supremo de calidad y de satisfación personal. El amor es una cualidad positiva per se, lo que quiere decir que quien la posea se verá beneficiado de su efecto. Podemos amar a un amigo, a nuestros padres, a un hijo, a un hombre o a una mujer. Pero el amor, con sus matices, es de iguales características para todos. No hay diferencias entre el amor que puede surgir entre Pepe y Pepa y el que puede surgir entre Juan y Tomás. La esencia es la misma.

¿Por qué existe esa dificultad en aceptar una realidad de miles de años que no daña a nadie?¿Por qué no se acepta que dos hombres puedan ir dados de la mano por la calle? Incluso basándonos en una fuente tan rica como la Biblia, Jesús vino a animar a la gente para que amaran tanto al amigo como al enemigo. Vino a anunciar el amor en el mundo, el amor que procede del Padre. ¿Quién somos los seres humanos para limitar ese amor?¿Quién soy yo o el vecino para regular qué amor es válido y qué amor no lo es?

Y como decía antes lo que hay que criticar son los excesos. Como no puede ser de otra manera, la ostentación pública de la homosexualidad como forma de ganarse la vida, como hacen algunos telepredicadores y políticos de poca monta, es bochornoso. Eso, junto con algunas manifestaciones públicas inadecuadas de los gays (basta ver el día del orgullo gay) han creado en la calle una corriente de opinión equivocada sobre ellos. Una parte importante de los gays decentes, es decir, de los no alocados y estrafalarios, tienen fuertes convicciones morales y cívicas. Muchos son católicos e incluso votan al PP. Porque ellos entienden que lo más importante que pueden aportar a la sociedad es su solidaridad, su decencia y su respeto, y no sus plumas.

Y también hay que dar un tirón de orejas a los que critican al colectivo gay cayendo en el sesgo de la generalización por lo que acabo de comentar. Muchos de ellos han alzado alegremente la voz condenando propuestas que favorezcan a los gays. Postura equivocada. Es un error analizar una ley o un asunto concreto sobre los gays pensando en los que bailan en los camiones y llevan plataformas (que son muy libres de hacerlo). Lo lógico sería conocer a Tomás y a Juan, ver cómo se quieren y aceptar, como algo natural, su amor.

La Iglesia Católica ha adoptado posturas inadecuadas a este respecto. Ha cometido el error de creerse valedora única de las palabras de Jesús, de verse la única institución capaz de decir lo que está bien y lo que está mal. Craso error. Por encima del sexo de los que se quieren, está la esencia de todo, el amor como manifestación feaciente del amor de y para Cristo.

Por eso hoy, compañeros, os animo a dar a los gays una oportunidad. A considerar que la tolerancia hacia ellos no es sólo cuestión de palabrería. La tolerancia está en aceptar que dos hombres se den la mano en público. La tolerancia está en entrar a un bar de ambiente gay y decir que no a alguien que se declara, con la misma delicadeza que se le diría a alguien del sexo contrario. Lo que hay que hacer, en definitiva, es aceptar la normalidad de las distintas formas de ser seres sexuados, es decir, de aceptar que el amor y el sexo, son igual de aceptables entre homosexuales, heterosexuales y bisexuales.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Alberto... Tu sentido común no deja un tema sin tocar, y eso es una gran suerte para todo el que te lee.

Suscribo al cien por cien lo que dices.

Conozco el asunto de cerca, como me da la sensación de que tu también. O sea, conozco a los que se suben a la carroza, y a Tomás y Juan...

Desde mi punto de vista, las leyes para un colectivo en concreto son un error, ya que los derechos son siempre de todos los individuos por el hecho de serlo. Esa es la verdadera igualdad legal y el principio de la intregración.

En España, lo que se ha hecho por parte del gobierno Zapatero, es, en mi opinión, contraproducente, y obedece a intereses puntuales tanto del gobierno como de los lobbys de turno.

Y otra cosa, la imagen de que los gays votan mayoritariamente a la izquierda, es falsa.

El amor, como apuntas, es parte esencial, principio y fin, del ser humano, en todas sus formas y manifestaciones. Desde el amor a una madre, un padre o un hermano, hasta aquel que se le profesa a la persona con la quieres compartir tu vida, pasando por ese tan particular que llamamos amistad.

Un gran post, amigo, sobre un tema que, por cierto, también tengo yo pendiente...jeje.

Un abrazo.
MMX

Maya dijo...

Es que, sinceramente, a mí me importa un pepino si alguien es gay o no lo es. Para mí ser gay o hetero es como gustarte el fútbol o el tenis, o la música rock o la clásica... Es decir, a mí me da igual que a un tío le guste un tipo de música o sea aficionado a un equipo de fútbol determinado, ¿qué más me da si a ese señor le gusta otro señor, en lugar de una señora?

Claro que choca ver a 2 gays besándose por la calle, no lo voy a negar, pero choca porque no estamos acostumbrados a verlo, aunque lo que es a mí no me incomoda lo más mínimo. Yo creo que hoy en día la gente no discrimina a los gays, sino a los "zerolos". Ese tipo de gente a mí no me merece ningún respeto, pero como tampoco me lo merecen las pendonas (por no decir otra cosa) como Nuria Bermudez o Yola Berrocal, por poner un ejemplo...

Portrait dijo...

Me gusta tu opinion sobre el tema, primando la libertad individual sobre malinterpretaciones de la Biblia.

Respecto al petardismo a mi me chirria mas en lo estetico que en lo etico, pero vamos que me chirria tambien.

Miguel Angel Almela Martínez dijo...

Casi completamente de acuerdo. Evidentemente, da lo mismo que dos personas del mismo sexo se amen. El problema es cuando se quiere hacer de eso un reconocimiento jurídico. Las leyes deben proteger el bien de la comunidad, nunca el bien privado. Y el que dos personas se amen, salvo que medie en ello la posibilidad de engendrar, no tiene ninguna importancia para la sociedad. Por esa razón, en el ordenamiento jurídico de todo el mundo, y a lo largo de la historia, ha estado siempre protegido el matrimonio pero no la amistad. El primero produce un bien a la sociedad que hay que proteger (los hijos) y el segundo no.

A partir de ahí, cada uno en su casa hace lo que quiere.

El Cerrajero dijo...

Creo que todos estamos de acuerdo: que cada cual haga lo que crea conveniente pero no a la invención de figuras jurídicas imposibles.

CRHoy dijo...

Completamente de acuerdo con tu entrada. Cada uno tiene que hacer con su propia vida lo que crea conveniente siempre respetando las normas. Tu vida te pertenece y sólo tú puedes decidir sobre ella.

Creo que muchos conocemos y tenemos amigos gays que coinciden conmigo en que los Zerolos, Boris, etc..son verdaderos payasos de circo que estereotipan a los gays y que no benefician al conjunto de ellos.

Adivagar dijo...

Suscribo completamente el comentario de Miguel Angel Almela, punto por punto. Una cosa es el respeto a la libertad personal y otra la protección jurídica de una institución en función del bien que aporta al conjunto de la sociedad. Muy buena entrada y comentarios.

Un saludo.

Luis Amézaga dijo...

Sobran los colectivos. Cuando superen eso, estaremos hablando de igualdad. Nadie va por ahí reivindicando su sexualidad, la que sea. Eso es una señal de atraso y de autodiferenciación absurda. Aún les falta superar muchos clichés. Ni a mí me importa con quién se acuesta, ni a usted con quién me acuesto yo, siempre y cuando no coincidamos en la misma cama :))
Un saludo.

finig dijo...

Discrepo abiertamente contigo amigo Alberto, y creo que por extensión con todos los que habeis dejado el comentario.
Para mí, la práctica homosexual es inmoral, además de antinatural. No es algo que sinceramente, desearía que les pasase a mis hijos, por ponerlo en forma de andar por casa.
Primero hay que hacer una distinción: Una cosa es querer y respetar a ojo, cualquier persona, y otra aprobar su conducta. Yo tengo amigos homosexuales, como creo que todos vosotros. También tengo amigos ludópatas y adictos al trabajo, por poner otros ejemplos. Pero eso no me lleva a aplaudir su conducta, aunque preserve mi cariño y amistad hacia ellos. No es ese el tema de debate, me parece.
Yo creo que haces una exgésis de las palabras de Jesús incorrecta. Es cierto, y además es una bendición, que el amor, la caridad, es el mensaje central del Evangelio. Pero un amor, digo yo, ordenado, y natural. Algo que también recoge, por cierto, el código civil, en la mayoría de los países, donde no se les ha ocurrido otorgar a una unión entre homosexuales la categoría de matrimonio. España, junto con Holanda y Canada, son tristes excepciones.
Llevando tu argumentación al extremo, que ojo, no al absurdo, si el amor es lo importante...podemos empezar a legalizar la poligomia, o las relaciones entre padre e hija, por ejemplo. ¿Con qué argumento te podrías negar?. No estoy identificando ese tipo de conductas, evidentemente, pero espero que se entienda el ejemplo. No puedes caer de esa forma en el relativismo porque te quedas sin respuestas...
Un abrazo.

Alberto Esteban dijo...

Amigo Finig, discrepamos en este asunto es verdad, pero me interesa siempre tu punto de vista. No creo que la homosexualidad sea inmoral, pero es opinable. Quizá caiga en el relativismo, puede ser por no saber lo suficiente o porque tengo una visión diferente de este tema.

Por otro lado es innegable que era fundamental regular las uniones gays poruqe afectan a un grupo de españoles que merecen tal reconocimiento. Y es evidente que son los zerolos, boris... los que dañan a los gays.

Gracias a todos.

Anónimo dijo...

Excelente artículo, Alberto, pero te ha faltado pronunciarte sobre el gran tema de marras que rodea la homosexualidad: el matrimonio.

Imagino que eso quedará para un segundo artículo, seguro, para tenernos a todos esperándolo impacientes... ¿Qué astuto!

Luis Tejedor

Alberto Esteban dijo...

Jaja Luis la verdad es que fue sin intención, pero weno, puede servir para otro post...

Saludos

Rodrigo Manchado dijo...

Un poco fuera de tiempo.

Hace pocos días que leo este blog y andaba repasando posts antiguos sobrecogiendome con muchos de sus argumentos (sobrecogiendome de miedo, entiéndase) hasta que di a parar a este artículo. -Bueno, a ver, que por aquí voy a recibir más tortas- me he dicho, pues yo, siendo director de teatro, músico, de izquierdas, agnóstico y homosexual he recibido auténticas bofetadas verbales en este blog, vamos, que no me libraba por ningún lado.

Me he sorprendido gratamente... en general. Veo que si la derecha mas coservadora piensa, en gran parte, de esta manera es porque hay mucho adelantado aunque yo aún no puedo ir de la mano ni besar a mi novio en las calles de una ciudad pequeña como Ciudad Real. En general veo un buen espíritu aunque no deja de estar teñido de cierta displicencia. Parece que tenemos que esperar a que se nos acepte con argumentos del tipo "pobrecitos, también tienen derecho a vivir". Pues claro, señores, ¡faltaría más! Y me refiero más a los comentarios que al post en sí.

Con respecto a los "payasos, titiriteros mediáticos" que hacen vida de su orientación sexual... bueno, viva la libertad. La pluma tiene muy mala imagen, parece que hace que muchos se sientan incómodos, pero quién soy yo para decirle a nadie cómo tiene que hablar, cuáles deben ser sus ademanes, sus temas de converación... aquel que quiera salir a la calle con zapatos plateados de plataforma... que piense en la salud de sus pies (es lo único que me atrevería a reprocharle). A mí también me chirría el petardeo pero no me areveré a censurarlo.

Y hay un argumento que me hace temblar ligeramente, aquello de: "tú, en tu casa y en tu cama haces lo que quieres" lleva implício muchas veces el "pero en la calle compórtate como un hombre y no hagas mariconadas". Ciudado con los cuchillos de doble hoja.

En cuanto al "sobran los colectivos" de Luis Amézaga, diría que ojalá. Sobran cuando no quedan cosas que defender. Aún hoy, en este país se agrede a personas por el mero hecho de ser homosexuales, lesbianas, bisexuales o transexuales (a estos últimos con especial desprecio y vehemencia).

Viva el amor al prójimo y gracias por este post (éste, porque otros...)

Una última cosa: el matrimonio para todos era necesario. Y la diferencia de casarse con tu propia hija es que éste es un contrato entre dos personas adultas y libres.

Rodrigo Manchado

Alberto Esteban dijo...

Por supuesto que sí Rodrigo. Este post y por tanto mi idea no es que los gays son pobrecitos. Todo lo contrario. Este post es una férrea defensa de un grupo de gente que también tiene derechos, bastante pisoteados en muchas ocasiones.

Saludos