Cetoacidosis vasca
He aquí que uno lleva ya su tiempo embebido en el saber médico y se entera de que han descubierto un nuevo mal que asola a los españolitos, como es la cetoacidosis vasca. Hasta ahora uno había aprendido las bases del manejo de la cetoacidosis diabética, pero claro, tendremos que ampliar nuestro espectro.
Y es que ahora si eres funcionario, y más si eres médico o enfermera en las provincias vascongadas, te puedes ver afectado por este nuevo mal, riánse de las vacas locas, que es la cetoacidosis vasca. ¿Y en qué consiste este mal? Primero daré una explicación para los nacionalistas vascos y luego otra para el resto de los mortales.
La cetoacidosis vasca, queridos Ibarretxe y compañía, hijos del ultracatólico Arana, es una situación que se produce cuando se mezclan diferentes humores del cuerpo. Principalmente cuando la bilis negra y la bilis amarilla se mezclan en el alma y destruyen a la persona, o mejor dicho, hacen que se separe el alma y el cuerpo. Esto es lo más puntero del conocimiento médico cuyo adalid es la región que habitáis. Todo medicina galénica e hipocrática, aderezado con un poco de dualismo. Todo muy vanguardista.
Para el resto de los mortales la cetoacidosis vasca no es más que un eufemismo que maquilla el enorme asco y desprecio que siento por los nacionalismos que hipócritamente dicen defender su cultura y su tierra con el único propósito de enriquecerse y perpetuarse en el poder. Más arcaico que la Iglesia, el ejército o la monarquía es el nacionalismo. Una corriente ideológica basada en falsedades y sustentada en una lengua, una cultura y unos principios fictícios y estúpidos.
Estos días ha salido a la luz algo que yo ya había escuchado en un programa de la cadena Ser hace muchos meses, y es la preponderancia que los nacionalistas vascos dan al conocimiento de la lengua residual vascuence por encima de los doctorados, los master e incluso 20 años de experiencia laboral en la sanidad vasca. Y esto, a parte de ser una nueva muestra de radicalidad y una estupidez, es un insulto a la decencia, a la lógica y a los profesionales sanitarios.
Esta gentuza que critica a los liberales por querer cambiar el sistema de gestión de los hospitales públicos desprecia el mérito de los profesionales sanitarios... siendo los primeros que en vez de acudir a la sanidad pública hacen uso de hospitales privados, muchos de ellos situados en la capital de España. Así que vale más el paleto que habla vascuence que el hispanohablante con una meritoria carrera profesional.
Pues entendido. El que quiera ser atendido por el sudamericano que habla vascuence con título homologado por el señor Soria, adelante, que vaya. Y el que prefiera fiarse de un médico hispano, morenito como es mi caso, formado en las universidades españolas, que venga. Allá cada cual con su salud. Yo la mía sé en manos de quien dejarla.
9 comentarios:
Lo leí en El Mundo y me quedé flipado. Cada vez vamos a peor.
Un saludo
Estoy de acuerdo en que los nacionalismos son lo más arcaico y reaccionario que pervive en nuestra sociedad, pero me pregunto si el nacionalismo español tiene más credibilidad que el vasco o el catalán. Unos muy buenos y otros muy malos... ese maniqueismo te desmonta tantas entradas...
Es un paso más para crear un sociedad diferenciada para en el futuro poder ganar la independencia.
Yo no suelo ir mucho al médico, pero si me ace falta y me caudra cerca, pues sé a quien acudir...¬¬ XDDD
Ay madre. Rodrigo hijo, lee a San Agustín y después hablas de maniqueismo.
Saludos
Yo ya no flipo con estos nazionalistas, no me sorprendería que entre los test figuraran preguntas como "¿qué lleva el kalimotxo?
un saludo
¡Hola! Te invito a participar en una buena causa. La vida de muchas familias y sus niños están en juego.
Podemos ayudar a mejorar esta situación. Te invito a mi post "Un vínculo inquebrantable"
Gracias de antemano.
No me hace falta estudiar a San Agustín. Al menos de momento y para este asunto. Me basta con el DRAE.
Maniqueísmo.
1. m. Secta de los maniqueos.
2. m. peyor. Tendencia a interpretar la realidad sobre la base de una valoración dicotómica.
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Y me refiero, claro, a la segunda acepción.
¿Quién habló de estudiar? Pues oye, si no lees a San Agustín no sabes lo que te pierdes.
Saludos
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