viernes, 21 de marzo de 2008

Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo

Después de escuchar el sermón de las siete palabras hoy en Valladolid, en esta ocasión a cargo del arzobispo emérito de Pamplona Monseñor Fernando Sebastián, he estado pensando en que aspecto de su homilía centrarme, y no acababa por decidirme. Quizá una de las cosas que más me han gustado ha sido su referencia a la respuesta de la sociedad a la sed de Cristo.

Sebastián venía a recordarnos la sed de Cristo que tiene nuestra sociedad. Una sociedad que quiere apartar y enterrar la religión y a Cristo de la vida pública. Decía Sebastián: "¿Qué quiere Cristo de nosotros?". Excepcional pregunta. Cristo quiere el compromiso de los cristianos, quiere que seamos partícipes del amor del Padre y que se lo transmitamos a nuestros hermanos.

Aunque se quiera resaltar hoy como el día más importante de las celebraciones cristianas, es el domingo cuando los cristianos celebramos la resurrección de Jesús, el milagro y dogma central del cristianismo. Jesús vence a la muerte y nos deja un legado, una tarea. La difícil tarea de difundir el Evangelio, el mensaje de Dios hecho hombre.

¿En qué se resume este mensaje? En el título de este artículo. La primera tarea del cristiano es cumplir el primer mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas. Amar a Dios es ejercer la reciprocidad del amor, es el Deus Charitas est. Amando a Dios nos amamos a nosotros mismos y podremos cumplir la segunda parte del precepto: amar al prójimo como a ti mismo.

¿Y cómo se puede amar a aquel que te insulta, que te agrede, que te desprecia o que te odia? Esa es la grandeza del cristiano. Amar al que te ama, aunque a veces difícil, es posible. Pero, ¿Amar al que te odia, más en esta sociedad en la que vivimos? Pues ese debe ser el objetivo del cristiano. Sin confundir el amor al prójimo con la sumisión, la conformidad, el beneplácito o el silencio. La justicia no está reñida con el amor. Juan Pablo II perdonó a quien le intentó asesinar, lo que no estaba reñido con el cumplimiento de su pena.

Este es el mensaje revolucionario de Cristo. Y ahí esta la difícil tarea de llevarlo a cabo. El hombre es débil, sucumbe fácilmente a la tentación y con frecuencia cae ante la adversidad o las desavenencias. Pero por encima de todo y ante cualquier sufrimiento y desgracia debemos tratar de levantarnos y de continuar adelante nuestra misión en esta vida. Y todo ello conscientes de una gran realidad y es que Dios, infinito y eterno, nos ama con nuestras virtudes y nuestros defectos. Dios es amor, materializado en la entrega del Hijo a toda la humanidad.

Estas palabras pueden parecer un sinsentido, nada más lejos de la realidad. La grandeza de Cristo está precisamente en estar al lado de los que sufren, de los más pobres, de los que son apartados de la sociedad. Cristo está en el anciano abandonado, en el pobre que duerme en la calle, en los hijos de los padres que se separan, en la viuda que pierde a su marido y en aquel que sufre una ruptura sentimental. Cristo está en todos, pero brilla más en los peores momentos. ¿Y quién está con nosotros en los malos momentos? Muchos huyen ante las adversidades y sólo unos pocos desinteresados permanecen impertérritos en los malos momentos. Lo mismo pasa con Jesús. Él está en cada uno de nosotros, nos habla, nos ayuda, nos ama... y nos protege en esos malos momentos.

Alegrémonos por haber sido capaces de descubrir e interiorizar el mensaje del Evangelio. Alegrémonos de haber podido ser partícipes del amor infinito del Padre. Alegrémonos de ser candidatos a la vida eterna. Alegrémonos porque hoy Cristo muere, pero Cristo resucita y vive eternamente en nosotros para redimirnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.

6 comentarios:

Hefestión dijo...

Qué cambio!!!
Feliz Pascua de Resurrección, señor médico de cuerpos y almas.

¡No tenemos miedo de abrir muestros corazónes a Dios!En estos nuevos tiempos del cólera donde a los crsitianos se no pretende amilanar, llamándonos nacionalcatólicos y otras lindezas que estos días se están viendo en la blogosfera.

Miguel A. Pazos Fernández dijo...

Gracias por tus comentarios y tus visitas. Ya veo que eres creyente.

Venga, un saludo

Andrés Álvarez dijo...

"Una sociedad que quiere apartar y enterrar la religión y a Cristo de la vida pública" - Es que eso hay que hacer, desterrar a lo religioso de la esfera pública estatal, a través de un laicismo civil. A ver si hago una entrada de esto para aclarar las cosas.

Un saludo.

Hefestión dijo...

Claro y también la labor social de la Iglesia en favor de los más pobres y desamparados.
Laicismo sí, pero laicismo constitucional.Las cosas están demasiado claras, la luz de las tinieblas a mi no me hacen falta.

Alberto Esteban dijo...

Creo que te equivocas Andrés. La separación Iglesia-Estado es algo que nadie ya discute en el mundo civilizado. Nuestro Estado es aconfesional y la sociedad es laica, como laico soy yo. Lo religioso ya no existe en la esfera pública estatal como es normal que así sea. Pero lo anormal es que se intente eliminar lo religioso a toda costa de otros ámbitos y se predique esa patraña de que lo religioso pertenece a la esfera interna de la persona.

Lo siento Andrés pero las leyes no dejan de ser normas puestas por los hombres, luego pueden equivocarse como ellos. Ninguna ley puede prohibirme a mi un derecho innato al ser humano como es el de la libertad de creencia. Hay cosas más allá de las leyes. Más aún, hay cosas que no se pueden legislar.

Saludos

AlejandroAlmau dijo...

Mucha gente sostiene que el mesaje de Jesús debe ser actualizado, porque nadie es así, bla,bla,bla...

Lo que realmente ocurre es que el mensaje de Jesús iba contra lo establecido y lo cómodo hace 2000 años y ahora ocurre lo mismo, sigue resultando incómodo igual que entonces pues es difícil poner la otra mejilla y lo fácil es dejarse llevar, por eso mismo mantiene su validez.

Y no digo esto desde una perspectiva teológica o religiosa, sino ética.