Hoy se cumplen 2 años de aquel frenético día en que todos nos pegábamos a la televisión expectantes por el humo blanco, que no fumata blanca como dicen por ahí. Sólo habían pasado unos días de la muerte del papa Juan Pablo II, un momento de tristeza por la pérdida de tan magnánime pontífice, pero un momento de esperanza, de esperanza de la llegada de un nuevo papa que liderara la Iglesia Católica en estos duros momentos que vivimos los católicos en el comienzo del III Milenio.
El elegido por los cardenales fue el cardenal Joseph Ratzinger, el "guardián de la doctrina de la fe", mano derecha de Juan Pablo II y uno de los intelectuales más brillantes de nuestros días. Creo que fue una elección acertadísima, la mejor que se podía hacer en aquellos momentos. Y el tiempo nos ha dado la razón.
El diario La Razón publicaba ayer un reportaje a este respecto, y destacaba que según algunos miembros de la curia "cuando habla Benedicto XVI no se oye ni una mosca". Y no me extraña. Cada discurso del papa es una catequesis, una clase magistral y una enseñanza. Cada palabra del papa Ratzinger debe ser analizada; no ha sido dicha de forma trivial, sino que tiene un transfondo de profunda reflexión. Sólo hay que leer su encíclica Deus caritas est, que es una alegoría fantástica del amor, que toda persona, católica o no, debería leer.
Los católicos podemos presumir de tener en la actualidad el papa más brillante intelectualmente probablemente de la historia de la Iglesia. Y no sólo eso. A muchos ya se les ha caído esa falsa venda de la dureza, la distancia y la frialdad del papa. Todos hemos visto la gran humanidad del pontífice, su cercanía y sobre todo su bondad.
Para mi,personalmente, el momento culmen de su pontificado (a parte del magnífico discurso de Ratisbona) fue el V encuentro mundial de las familias del pasado mes de Julio en Valencia. Fue algo increíble, indescriptible. Más de 1 millón de personas venidas de todo el mundo circulábamos a más de 35º C por las calles de Valencia, sofocados, pero exultantes. De igual forma, los 10.000 voluntarios trabajábamos duramente para que todo estuviera a punto. Y fue un rotundo éxito. No defraudó Valencia (que estaba preciosa), ni los que allí estábamos, ni por supuesto el papa. Fue un momento memorable que no olvidaremos. Sólo nos queda animar al papa para que siga por este camino. Mi más sincera enhorabuena a nuestro Santo Padre. Y a los obispos que lo eligieron (llamadlo Espíritu Santo si queréis...).
2 comentarios:
Estimado amigo: es verdad, esperemos que el Espíritu de Dios ilumine a los Obispos que elijan al próximo Papa (Cardenales, sí,pero Obispos al fin y al cabo).
Me sorprende de verdad tu amor a la Iglesia y a Cristo.Pero lo que más me sorprende (y si te parece que te juzgo a la ligera, perdóname), es que te encanta sobre todo la parte polémica de la Iglesia, el discruso de Ratisbona (ciertamente brillante en lo teológico y sin ninguna falsedad) y la cercana al poder (la Iglesia de Cristo es aquélla en la que todos, Obispos, Curas y seglares somos iguales; hermanos de Jesús, nuestro único Señor). Encuentros como el de Valencia solo me recuerdan a los desfiles militares de la China comunista o de la Alemania nacional-socialista.
Juan
www.elriodelvalle.blogspot.com
Me parece indigno por tu parte hablar así del EMF de valencia, y peor aún, que lo compares con teatrillos de regimenes totalitarios. Te invito a que, si tienes ocasión, acudas a eventos de este tipo. Seguro que tu opinión cambia.
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